La Navidad ya se acerca, está a la vuelta de la esquina, ya las casas, avenidas, tiendas, etc. ya se encuentran adornadas con una gran cantidad de luces. El tiempo pasa muy rápido y en un “abrir y cerrar de ojos” ha llegado el Adviento como preparación para celebrar el nacimiento de Jesús en nuestra historia, de hecho, este tiempo nos recuerda que Dios habita entre nosotros y que vale la pena que nos dejemos transformar por Él.
En medio de tantos mensajes negativos que constantemente nos están bombardeando, resulta significativo que la Iglesia nos hable del Adviento como un tiempo para dejar a un lado todo aquello que nos impide valorarnos y valorar a quienes nos rodean, esto es, a nuestros seres amados y a las personas con las que diariamente convivimos.
Adviento es esperanza, amor, fe, entrega, decisión, paz, etc. , sin embargo, los avances que alcancemos en este tiempo litúrgico, deben impactarnos para toda la vida porque no solo debemos ser buenos durante el Adviento. La Virgen María se preparó para ser la Madre de Jesús ejercitándose, de manera especial, en la humildad con la que visitó a su prima Isabel para contarle que Dios la había escogido como mensajera y portadora del Verbo Encarnado (Jesús).
Adviento debe marcar un antes y un después en nuestra vida, es decir, es el tiempo de LIMPIEZA interior, Tenemos que empezar a renunciar a todas aquellas actitudes negativas que nos impiden vivir enamorados de quien es AMOR. Al encontrarnos con Jesús empezamos a vivir un verdadero Adviento.
Que la Santísima Virgen María, Nuestra Madre, nos ayude a prepararnos para recibir a Jesús como se merece.
Adviento debe marcar un antes y un después en nuestra vida, es decir, es el tiempo de LIMPIEZA interior, Tenemos que empezar a renunciar a todas aquellas actitudes negativas que nos impiden vivir enamorados de quien es AMOR. Al encontrarnos con Jesús empezamos a vivir un verdadero Adviento.
Que la Santísima Virgen María, Nuestra Madre, nos ayude a prepararnos para recibir a Jesús como se merece.
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